Su origen se remonta al año 1575, cuando llegan padres franciscanos a la
recién fundada ciudad de Caracas, donde construirían el Convento de San
Francisco en el lugar donde hoy está el Palacio.
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Foto cortesía es.wikipedia.org |
Después
de 1821, el convento es eliminado y el lugar pasa a ser sede de diferentes
instituciones, siendo la primera, la Dirección General de Instrucción Pública
en 1838. Para la fecha de 1856, la Universidad de Caracas, nombrada tiempo
después como Universidad Central de Venezuela, se mudó a ese espacio, que le sirvió
como sede por casi 100 años.
Durante esa época, el presidente Antonio Guzmán Blanco le encargó al
arquitecto Juan Hurtado Manrique modificar la fachada del edificio, crear un
segundo piso y un salón principal, que recibió el nombre de “Paraninfo”. Los
trabajos que terminaron en 1876 resultaron en un estilo neogótico, que mantiene
hasta la fecha.
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Foto cortesía encontrarte.aporrea.org |
Posteriormente también sufrió algunas otras modificaciones: una
extensión de la fachada norte, obras en el patio sur y en la parte interna del
edificio; y en 1930, durante el primer centenario de la muerte del Libertador
Simón Bolívar, se modificó la fachada sur.
El edificio pasa a ser el Palacio de las Academias, cuando la Universidad
cambia de instalaciones en 1952. Este fue declarado el 6 de abril de 1965, Monumento
Nacional y, actualmente, albergar a la Academia Nacional de la Historia, Academia
Venezolana de la Lengua, Academia Nacional de Medicina, Academia de Ciencias
Políticas y Sociales, y Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales.
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Foto tomada 24/01/14 Ana Méndez |
El Palacio es uno de los pocos rincones históricos de la capital, que con
su arquitectura colonial y bellos jardines, nos transportan en el tiempo. En
los pasillos y patios internos podemos encontrar bustos y estatuas de grandes
maestros y representantes venezolanos, así como retratos y otras obras.
El
mobiliario, la decoración, el ambiente, pero sobre todo la tranquilidad que se
respira dentro de este lugar, es lo que atrapa a todo el que lo visita y no lo
deja querer salir.
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